Este Madrid raulizado, mediocre, el primero de la Historia que empieza una temporada peor de lo que estaba en la pretemporada, este Madrid al que ya sólo le queda acumular un partido tras otro sin importar el resultado a imagen de su capitán, este Madrid feo y antipático, vedado para cualquier jugador que pueda discutirle el puesto al Eterno y su guardia pretoriana, este Madrid ha tocado fondo. Se podría ser indulgente si se viniera de un ciclo de dos o tres temporadas sin comerse ni una galleta, pero no es el caso. Ganamos la liga sobradamente y de lo que se trataba era de reforzar lo que se tenía, es decir, soltar lastre y reforzar el equipo en aquellas posiciones más deficientes. No se hizo. Y no se hizo porque no hubiera dinero, sino porque el hecho de tener unos jugadores que sangran la economía del club con sus exagerados emolumentos y cuya palabra es ley en el vestuario, que además son intocables para unos medios que a saber los favores que les deberán o habrán recibido, bloquea cualquier fichaje llámese Villa o Huntelarr. Pero además, en esta temporada, el cáncer ha ido más lejos ya que ha supuesto la marcha de jugadores como Baptista y, sobre todo, Robinho, hastiados del ambiente que se debe respirar en ese vestuario o por la imposibilidad de jugar como titulares, que es algo que le gusta a más jugadores aparte del Pollo.
Independientemente de lo visto en el terreno de juego, hay de principio dos elementos impresentables que no deberían permanecer ni un minuto más en el Madrid: Schuster y Guti. Un técnico que tras ser derrotado frente a un equipo que sólo había ganado un partido en su estadio por tres goles a uno, demostrando durante todo el partido una superioridad insultante que se habría materializado en un mayor número de goles si el árbitro hubiera pitado el penalti de Ramos o los palos no nos hubieran salvado, aparece en rueda de prensa y suelta con un pasmo que causa ídem que la derrota "no duele porque se ha visto desde el primer momento que iba a ser muy difícil ganar" es un fracasado que no puede ser entrenador del Madrid. Y, lo que es peor, se está riendo de todo el Madridismo.
Lo de Guti es caso aparte. He visto muchos partidos del Madrid. Ante mis ojos han pasado las acciones de cientos de jugadores, incluídas las salidas de tono más propias de un crío que de un adulto del señor Gutiérrez HAZ (el gilipollas), pero jamás, jamás, nada como lo de ayer. Entrada con los dos pies por delante a Uche, quién salta para evitar la acometida y acaba dando con sus huesos en el suelo evitando así ser lesionado. Pues llega la señorita Guti y con gestos estentóreos se descojona de él por haberse tirado. Parecía una actriz adolescente encarnando el papel de niña esquizoide que abundan en los teleseriales para gente de similar edad. Era realmente patético. El Real Madrid no puede permitirse el lujo de tener a un tarado así en su plantilla. Pues no sólo se lo permite el señor Calderón, sino que encima le ha hecho un contrato vitalicio a este pseudoser que ayer volvió a confirmar que cualquier elogio que se le dedique es exagerado. Es la nulidad absoluta. Sólo emerge de la incapacidad cuando tiene delante un rival que se las pone como a Fernando VII, uno que le permita hacer lo que cualquiera de nosotros haríamos. Los famosos pases verticales de Guti, a ras de césped, sólo sudecen cuando el rival le crea una autopista. Y lleva quinientos partidos como madridista. Fuera ya con esta rémora.
Y fuera ya con el líder de la chusma que esta consumiendo a esta entidad. Baúl, el Pollo Loco, volvió a desaparecer como sus seguidores. Al que había vuelto frente al Bate ese parece que se le hace muy grande un Getafe, aunque la razón es bien sencilla: no se crearon ocasiones para que él sólo tuviera que empujarla. Y es que eso es muy difícil cuando el equipo ha quedado reducido a un montón de escoria porque, como dijo el capitán, no hacían falta fichajes, bastaba con lo que se tenía. Claro que basta. Basta para que Guti siga sumando partidos, para que el Pollo siga anotándose goles a base de empujarla. No para que el equipo funcione, pero ¿a quién le importa eso?
Que un cáncer sin curar desemboca en una metástasis, cuando no provoca la muerte, es de todos sabido. Dado que el equipo aún respira, lo que se ha producido es lo primero. Casillas, que pese a sus limitaciones bien ocultadas por la prensa (jamás ha sabido salir por alto y que te llegue un balón que pateé desde su portería es más difícil que el que te toque el gordo de navidad) ha sido una garantía de seguridad, se ha convertido en un Baúl con guantes. Ahora mismo es posiblemente el peor portero de primera división. Que haya entrado en la misma dinámica que Baúl, o que sea un bache pasajero, el tiempo lo dirá. Pero al igual que sucede con el Pollo, la alternativa del banquillo es inviable: Dudek es aún peor. Qué no daría cualquiera por tener a mano a Diego López para que este anuncio con patas de una agencia de seguros diera con sus huesos en el banquillo. Daríamos lo mismo que por recuperar a Robinho.
¿Y ahora qué?

Pues ahora a confiar en los socios compromisarios, quiénes deberían forzar la convocatoria de elecciones y la dimisión de Calderón, quién ayer volvió a dar otro ejemplo de que es un figurón de cuidado. En vez de comer con el presidente del Getafe se vestía de payaso para recibir el título de cofrade de no se qué. Como éste sólo se preocupa de su persona, deduzco que si Schuster sigue en el banquillo es porque cree que es la única barrera que le separa de la ira popular y no quiere presentarse en la Asamblea sin el escudo. Pero por prometer que no quede, que ya se habla de dos zagales brasileños para reforzar el equipo. ¿Dos? A este equipo lo hacen falta por lo menos diez. Habrá que rezar para que el socio madridista no se deje camelar y actue como lo que es, el propietario de su club, y de boleto a quién no sabe gestionarlo. Y puestos a soñar, esperemos que el próximo haya aprendido la lección. El Madrid debe deshacerse del lastre si quiere volver a estar en lo más alto. Quién no valga, fuera, llámese Baúl, Malulo o Casillas. A la puta calle. El Madrid debe evitar ser rehén de una prensa mezquina empeñada en dar el visto bueno, cuando no impulsar directamente, los fichajes, y desligarse de gente como Tomás Roncero, quién hoy ataca a Di Salvo, acusándole de la plaga de lesiones (como si el hecho de que el técnico no entrene no tuviera importancia) y proponiendo la siguiente solución: "Tanta piscina de hidromasaje y tanto mamoneo con la alimentación sólo pueden llevar a este desastre. Cuando comían chuletón, bebían Rioja y comían cocidos se ganaban las Copas de Europa sin bajarse del autobús. Si amaneras al profesional, amaneras su cuerpo. Y llegan las lesiones. Lógico. Cultura débil, físico débil"
La Asamblea del día siete debe expulsar del cuerpo del Madridismo a la gentuza afín a este ultrarraulista talibanizado, al seguidor que pueda compartir ideas como las de que una cultura fuerte es comerse un chuletón tras deglutir un buen cocido, todo remojado con un rioja, quizás servido por el cofrade Calderón vestido para la ocasión. Así es como se ganan los partidos, por lo visto. Este forofismo de cocido y rioja, de pandereta y peineta, en el que se agazapan los que se rompen las manos aplaudiendo a un jugador por pegarse un carrerón para sacar del campo un segundo balón arrojado desde la grada, éste, y sus símbolos, fuera.
Independientemente de lo visto en el terreno de juego, hay de principio dos elementos impresentables que no deberían permanecer ni un minuto más en el Madrid: Schuster y Guti. Un técnico que tras ser derrotado frente a un equipo que sólo había ganado un partido en su estadio por tres goles a uno, demostrando durante todo el partido una superioridad insultante que se habría materializado en un mayor número de goles si el árbitro hubiera pitado el penalti de Ramos o los palos no nos hubieran salvado, aparece en rueda de prensa y suelta con un pasmo que causa ídem que la derrota "no duele porque se ha visto desde el primer momento que iba a ser muy difícil ganar" es un fracasado que no puede ser entrenador del Madrid. Y, lo que es peor, se está riendo de todo el Madridismo.
Lo de Guti es caso aparte. He visto muchos partidos del Madrid. Ante mis ojos han pasado las acciones de cientos de jugadores, incluídas las salidas de tono más propias de un crío que de un adulto del señor Gutiérrez HAZ (el gilipollas), pero jamás, jamás, nada como lo de ayer. Entrada con los dos pies por delante a Uche, quién salta para evitar la acometida y acaba dando con sus huesos en el suelo evitando así ser lesionado. Pues llega la señorita Guti y con gestos estentóreos se descojona de él por haberse tirado. Parecía una actriz adolescente encarnando el papel de niña esquizoide que abundan en los teleseriales para gente de similar edad. Era realmente patético. El Real Madrid no puede permitirse el lujo de tener a un tarado así en su plantilla. Pues no sólo se lo permite el señor Calderón, sino que encima le ha hecho un contrato vitalicio a este pseudoser que ayer volvió a confirmar que cualquier elogio que se le dedique es exagerado. Es la nulidad absoluta. Sólo emerge de la incapacidad cuando tiene delante un rival que se las pone como a Fernando VII, uno que le permita hacer lo que cualquiera de nosotros haríamos. Los famosos pases verticales de Guti, a ras de césped, sólo sudecen cuando el rival le crea una autopista. Y lleva quinientos partidos como madridista. Fuera ya con esta rémora.
Y fuera ya con el líder de la chusma que esta consumiendo a esta entidad. Baúl, el Pollo Loco, volvió a desaparecer como sus seguidores. Al que había vuelto frente al Bate ese parece que se le hace muy grande un Getafe, aunque la razón es bien sencilla: no se crearon ocasiones para que él sólo tuviera que empujarla. Y es que eso es muy difícil cuando el equipo ha quedado reducido a un montón de escoria porque, como dijo el capitán, no hacían falta fichajes, bastaba con lo que se tenía. Claro que basta. Basta para que Guti siga sumando partidos, para que el Pollo siga anotándose goles a base de empujarla. No para que el equipo funcione, pero ¿a quién le importa eso?
Que un cáncer sin curar desemboca en una metástasis, cuando no provoca la muerte, es de todos sabido. Dado que el equipo aún respira, lo que se ha producido es lo primero. Casillas, que pese a sus limitaciones bien ocultadas por la prensa (jamás ha sabido salir por alto y que te llegue un balón que pateé desde su portería es más difícil que el que te toque el gordo de navidad) ha sido una garantía de seguridad, se ha convertido en un Baúl con guantes. Ahora mismo es posiblemente el peor portero de primera división. Que haya entrado en la misma dinámica que Baúl, o que sea un bache pasajero, el tiempo lo dirá. Pero al igual que sucede con el Pollo, la alternativa del banquillo es inviable: Dudek es aún peor. Qué no daría cualquiera por tener a mano a Diego López para que este anuncio con patas de una agencia de seguros diera con sus huesos en el banquillo. Daríamos lo mismo que por recuperar a Robinho.
¿Y ahora qué?

Pues ahora a confiar en los socios compromisarios, quiénes deberían forzar la convocatoria de elecciones y la dimisión de Calderón, quién ayer volvió a dar otro ejemplo de que es un figurón de cuidado. En vez de comer con el presidente del Getafe se vestía de payaso para recibir el título de cofrade de no se qué. Como éste sólo se preocupa de su persona, deduzco que si Schuster sigue en el banquillo es porque cree que es la única barrera que le separa de la ira popular y no quiere presentarse en la Asamblea sin el escudo. Pero por prometer que no quede, que ya se habla de dos zagales brasileños para reforzar el equipo. ¿Dos? A este equipo lo hacen falta por lo menos diez. Habrá que rezar para que el socio madridista no se deje camelar y actue como lo que es, el propietario de su club, y de boleto a quién no sabe gestionarlo. Y puestos a soñar, esperemos que el próximo haya aprendido la lección. El Madrid debe deshacerse del lastre si quiere volver a estar en lo más alto. Quién no valga, fuera, llámese Baúl, Malulo o Casillas. A la puta calle. El Madrid debe evitar ser rehén de una prensa mezquina empeñada en dar el visto bueno, cuando no impulsar directamente, los fichajes, y desligarse de gente como Tomás Roncero, quién hoy ataca a Di Salvo, acusándole de la plaga de lesiones (como si el hecho de que el técnico no entrene no tuviera importancia) y proponiendo la siguiente solución: "Tanta piscina de hidromasaje y tanto mamoneo con la alimentación sólo pueden llevar a este desastre. Cuando comían chuletón, bebían Rioja y comían cocidos se ganaban las Copas de Europa sin bajarse del autobús. Si amaneras al profesional, amaneras su cuerpo. Y llegan las lesiones. Lógico. Cultura débil, físico débil"
La Asamblea del día siete debe expulsar del cuerpo del Madridismo a la gentuza afín a este ultrarraulista talibanizado, al seguidor que pueda compartir ideas como las de que una cultura fuerte es comerse un chuletón tras deglutir un buen cocido, todo remojado con un rioja, quizás servido por el cofrade Calderón vestido para la ocasión. Así es como se ganan los partidos, por lo visto. Este forofismo de cocido y rioja, de pandereta y peineta, en el que se agazapan los que se rompen las manos aplaudiendo a un jugador por pegarse un carrerón para sacar del campo un segundo balón arrojado desde la grada, éste, y sus símbolos, fuera.