martes, julio 22, 2008

Leyendo entre líneas


El Madrid, un año más en Irdning. Un año más, con la intención de ganar "la décima" gracias un proyecto que, un año más, está encabezado por Raúl, Guti y los de siempre, a la cabeza de un grupo bien intencionado de canteranos porque, un año más, no se han hecho todavía fichajes a la espera de que, un año más, la megasuperestrella del mercado nos de el anhelado sí, megasuperestrella que este año es Cristiano Ronaldo y, un año más, Kaká, quién vuelve a sonar para el conjunto madridista. Cómo pasa el tiempo, ¿eh? De aquí a nada otra vez los rostros compugidos de Guti y Raúl ilustrarán en la portada del Marca la decepción que supone ser eliminado de Champions a las primeras de cambio. Cómo pasa el tiempo. ¿Quedará alguien que recuerde que hubo una época en la que el Madrid tenía otras caras que no fueran la de estos dos, que hubo un antes en el que Raúl y Guti no estaban en la primera plantilla? Digo yo que sí, pero igual ni se acuerdan. A veces incluso yo lo olvido.

El mito ha hablado para, por fin, manifestar su alegría por el triunfo de la selección en la Eurocopa. Algunos malpensados (gente que no le conocen, según él) incluso habían pensado que no se había alegrado por ello, dado que no había sido convocado para el torneo y que esto había originado una tormenta en torno a nuestra expedición que, gracias a Dios, no desestabilizó la nave. Tampoco hubiera estado mal que hiciera un paro en sus vacaciones -esas en las que reforzaba su mente y su cuerpo- para decir algo y así quitarse de encima las sospechas. Que haya tenido que hacer pública su felicidad por las preguntas de los periodistas, con cara quién le da el pésame a la ex mujer por el fallecimiento de su segundo marido, veinte días después no hacen sino acrecentarlas. Pero en fin, ya se encargarán los de siempre de convencer a los que ya están convencidos de que Raúl ha obrado como un caballero manifestando públicamente sus felicitaciones, y que entra dentro de lo normal que estas cosas se hagan con tanta distancia temporal de por medio, que está de moda felicitar los cumpleaños un mes más tarde o transmitirle a alguien la alegría por el nacimiento de su hijo el día que se celebra la Primera Comunión del zagal.

Tan claro ha quedado que no tenía ningún problema en felicitar a sus ex compañeros de la selección, que ni siquiera se molestó en telefonear a Aragonés, limitándose a transmitirle la enhorabuena mediante un conocido de ambos. También es muy normal eso de no llamar directamente a quién se quiere felicitar y además refleja la sinceridad del gesto.

Pero me quedo con lo de que Raúl no renuncia a la selección. No es la primera vez que lo dice y se ha convertido en un clásico de sus declaraciones. Los medios suelen vender esta idea del futbolista como si estuviera diciendo algo parecido a "me haría mucha ilusión estar en el Mundial. Voy a trabajar duro para ganarme la confianza del nuevo seleccionador y ganarme un puesto en la plantilla". Sólo coincide en el fin, volver a la selección, no en el cómo o en el por qué, puesto que sólo se puede "renunciar" a algo que se tiene o se puede tener. Podemos renunciar a nuestra parte de una herencia o a nuestro derecho a ser defendidos por un abogado en un juicio, pero no podemos "renunciar" a algo que no es nuestro ni puede serlo. Cuando Raúl habla de "renunciar" o no a la selección parece que se le está escapando lo que realmente piensa, esto es, que la selección, o el "siete" de la misma, son propiedad suya. No es la selección la que le llama, es él quién va; no debe ser noticia que sea convocado, la noticia sólo puede ser que no lo sea. No es de extrañar de quién piensa así que haya tardado más de veinte días en hablar sobre el mayor triunfo de nuestra selección absoluta desde hace más de cuarenta años y del que no ha sido partícipe.

2 comentarios:

Baulito descabezado dijo...

Fantástico cambio de imagen al blog Buitre, hay que coger fuerzas para la que se nos viene encima.

Buitre_Buitaker dijo...

Pues será porque no me acabo de acostumbrar a este tipo de plantilla, pero me cuesta un mundo leer lo que escribo. No pasa nada, yo nunca me leo: tengo demasiado buen gusto.